"Examinadlo todo; retened lo bueno"
(1 Tesalonicenses 5:21).
El creyente en Cristo debe comprobar o examinar todas las cosas, y esto incluye al Movimiento Carismático moderno. Debemos examinar todas las cosas por la Palabra de Dios, que es nuestra regla infalible y nuestra vara de medir. ¿Cómo armoniza el Movimiento Carismático con la inerrante Palabra de Dios?
Nuestro planteamiento será un planteamiento doctrinal. Nuestra pregunta clave deberá ser, “¿QUÉ DICEN LAS ESCRITURAS?” (ver Romanos 4:3). Compararemos lo que enseña el Movimiento Carismático con lo que enseña la Palabra de Dios a fin de ver si hay alguna diferencia. Debemos catalogar como errónea o falsa cualquier enseñanza que no armonice con la Palabra de Dios o que contradiga la evidente enseñanza de las Escrituras.
Debemos llegar a nuestras conclusiones basados en la verdad objetiva, en los simples hechos de la Palabra de Dios. No queremos y no debemos sacar nuestras conclusiones basados en sentimientos y en experiencias personales subjetivas: “Tiene que ser cierto, porque me sucedió a mí”. “Yo sé que el hablar en lenguas es para hoy, porque yo he hablado en lenguas”. “Yo sé que hablar en lenguas es válido, porque conozco a alguien que habla en lenguas.” “Yo sé que Dios tiene sanadores especiales hoy día, porque mi mejor amigo fue sanado por uno de ellos”.
Nuestras conclusiones no deben basarse en experiencias subjetivas, sino sobre la verdad objetiva de Dios: “Yo lo sé, porque Dios lo ha dicho así”.
El creyente en Cristo debe comprobar o examinar todas las cosas, y esto incluye al Movimiento Carismático moderno. Debemos examinar todas las cosas por la Palabra de Dios, que es nuestra regla infalible y nuestra vara de medir. ¿Cómo armoniza el Movimiento Carismático con la inerrante Palabra de Dios?
Nuestro planteamiento será un planteamiento doctrinal. Nuestra pregunta clave deberá ser, “¿QUÉ DICEN LAS ESCRITURAS?” (ver Romanos 4:3). Compararemos lo que enseña el Movimiento Carismático con lo que enseña la Palabra de Dios a fin de ver si hay alguna diferencia. Debemos catalogar como errónea o falsa cualquier enseñanza que no armonice con la Palabra de Dios o que contradiga la evidente enseñanza de las Escrituras.
Debemos llegar a nuestras conclusiones basados en la verdad objetiva, en los simples hechos de la Palabra de Dios. No queremos y no debemos sacar nuestras conclusiones basados en sentimientos y en experiencias personales subjetivas: “Tiene que ser cierto, porque me sucedió a mí”. “Yo sé que el hablar en lenguas es para hoy, porque yo he hablado en lenguas”. “Yo sé que hablar en lenguas es válido, porque conozco a alguien que habla en lenguas.” “Yo sé que Dios tiene sanadores especiales hoy día, porque mi mejor amigo fue sanado por uno de ellos”.
Nuestras conclusiones no deben basarse en experiencias subjetivas, sino sobre la verdad objetiva de Dios: “Yo lo sé, porque Dios lo ha dicho así”.
Todas nuestras experiencias personales, las debemos examinar a la luz de la Palabra de Dios y estar de acuerdo con todo lo que Dios ha dicho, aunque parezca contradecir lo que hemos experimentado o lo que hemos sentido o lo que nos ha sucedido.
Estamos completamente de acuerdo con la siguiente cita que ha sido atribuida a Martín Lutero:
“Los sentimientos vienen y los sentimientos van y los sentimientos son engañosos. Mi fundamento es la Palabra de Dios, ninguna otra cosa es digna de ser creída. Aunque mi corazón se sienta condenado por falta de una buena señal, hay Alguien más grande que mi corazón, cuya Palabra no puede ser quebrantada. Confiaré en la Palabra inmutable de Dios hasta que el cuerpo y el alma se separen, porque todas las cosas pasarán, pero Su Palabra permanecerá para siempre”.
Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones.
(2 Pedro 1:19)
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