viernes, 29 de octubre de 2010

“Bienaventurado el que esperare.” Daniel 12:12

Esperar, puede parecer una cosa fácil, pero es una de las posturas que el soldado Cristiano solo puede aprender durante muchos años de instrucción. El caminar y las marchas ligeras son mas fáciles para los guerreros de Dios, que el permanecer parados.
Hay ciertas horas de perplejidad, en que el espíritu mas ardiente, deseando servir a Dios de todo corazón, no sabe que camino tomar. ¿Qué debe hacer en este caso? ¿Vejarse con la desesperación? ¿Retroceder acobardado? ¿Volver temeroso hacia la derecha o abalanzarse con presunción hacia delante?
No, lo que debe hacer es esperar. Esperar en oración, como quiera que sea. Acudir a Dios y poner el asunto delante de El, contarle las dificultades e implorar la ayuda de Su promesa.
Espera con fe. Expresa una confianza firme en El. Cree que aunque El te haga esperar hasta media noche, vendrá en el tiempo oportuno. La visión ha de llegar sin tardanza.
Espera calladamente con paciencia... No murmures jamás contra las causas secundarias como hicieron los hijos de Israel contra Moisés. Acepta tu situación tal como se te presenta, y colócala con todo tu corazón y sin obstinación en la mano de tu Dios, diciendo: “Ahora Señor, hágase no mi voluntad, sino la Tuya.” Yo no se que hacer, me encuentro completamente oprimido, pero esperaré hasta que dividas los diluvios o hagas retroceder a mis enemigos. Esperaré si me preservas durante mucho tiempo. Mi corazón solamente mira a Ti, y mi espíritu te espera, con la completa convicción que tú has de ser mi gozo, mi salvación, mi refugio y mi torre poderosa.


A.D

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