martes, 1 de febrero de 2011

“Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.” Salmo 46:1

La duda se nos presenta a menudo en esta forma: “Por que no me ayudó El antes?” Porque no consideró que era el momento oportuno. Primeramente, El debe acomodarte a la tribulación y hacer que aprendas tu lección por medio de ella. Su promesa es, “Estaré con él en la tribulación, le libraré y honraré.” El debe estar contigo primeramente en la tribulación todo el día y toda la noche. Después, El te sacará de ella. Pero esto no acontecerá hasta que deseches tu inquietud y enojo acerca de ella y te calmes y tranquilices. Entonces el dirá” Es lo suficiente.”
Dios usa la tribulación para enseñar grandes lecciones a Sus hijos. Su propósito es educarnos por medio de ella. Cuando la tribulación realiza su trabajo, entonces recibimos una recompensa gloriosa por su mediación. En ella hay un gran gozo y un verdadero valor. El no considera las tribulaciones como dificultades, sino como oportunidades.
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Una vez oímos decir a un anciano algo que jamás olvidaremos: “Cuando Dios te prueba, entonces es la ocasión oportuna para probar a El poniendo a prueba Sus promesas y reclamar de El lo necesario para vencer tus pruebas.”
Hay dos caminos para salir de una prueba. Uno consiste en quitarse la prueba de encima y estar agradecido cuando haya pasado. El otro, en considerarla como un desafío por parte de Dios, para que reclamemos una bendición mayor que las que hasta ahora hemos obtenido, y la saludaremos con gozo como a una oportunidad que se nos presenta para obtener una medida mayor de la gracia Divina. Así que, aún el enemigo se convierte en una ayuda, y las cosas que parecían estar contra nosotros se han transformado en instrumentos para asistirnos en el progreso de nuestro camino. De seguro, que esto es mas que ser conquistadores por medio de Aquel que nos amó.

A. B. Simpson

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